Seguramente se habrá pasado por alto en las noticias de los diarios, el negro futuro que se avecina para los árboles del campo San Francisco de Oviedo. Parece raro que en época de crisis, alguna administración se aventure a proyectos faraónicos que los ciudadanos no están solicitando. Esta parte no tendría mucha más importancia que la meramente política, ya que terminada la obra podría acabar siendo una mejora para la vida diaria de los ovetenses. El gran drama son los protagonistas de esta historia. Mudos espectadores que no pueden defender su longeva existencia ya que no tienen medios para defenderse. Necesitan de nuestras iniciativas, de nuestras voces para que nadie se olvide de ellos. Nos dan cobijo cuando llueve, nos dan sombra cuando hace sol (no es que sea muy frecuente por tierras asturianas), nos dan oxígeno y lo más importante, es una de las señas más importantes de la ciudad. A muchos ovetenses y visitantes, les gusta parar un instante de su ajetreada vida y sumergirse en la tranquilidad del parque.
Llegados a este punto, vamos al grano. La peatonalización de la calle Uría y la construcción del parking subterráneo ponen en peligro muchos árboles del conocido campo de San Francisco. Será talados, mutilados y arrancados dejando un hueco imposible de rellenar por muchos árboles nuevos que tardarán años y años en sustituir la historia de los existentes.
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